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LO GÓTICO COMO POPULAR

El primer acercamiento al 2023 nos trae la popularización de una tendencia sobre la que hablamos en el 2021 que, hoy, se convierte en moda: la experimentación tangibilizada a partir de la re-valorización de lo gótico.

Tendemos a asociar la acción de experimentar con el juego, el color y la variabilidad, pero siempre existe un lado oscuro en el que también se puede investigar y profundizar con el fin de re-descubrir(se).


Este 2023, de forma masiva, el lado oscuro nos deja de intimidar o dar miedo. Para dominarlo, nos acercamos a lo oculto, lo vivimos y comprendemos que tenemos la fuerza para atravesarlo con el fin de evolucionar. Más Escorpio imposible, ¿no? Y, esto, no es casual que se de luego de atravesar (durante todo el 2022) por la temporada de eclipses en el eje Tauro-Escorpio.

Si nos seguíamos renegando a ver y hacernos cargo de nuestro lado oscuro, este año, los astros no nos dieron opción alguna...


Esta conexión con la oscuridad se populariza en el retorno del color negro como representativo elemental de los nichos en búsqueda de la identidad perdida, del mensaje significativo y de la revolución que introducirá a un cambio no sólo generacional sino trascendental para lo humano.

Para re-descubrir el lado oscuro, no podemos obviar la propia historia de la marginalidad que otras comunidades y grupos alternativos sufrieron. Estudiamos sobre ellos, nos identificamos y, mediante paralelismos, alzamos la voz e imagen para con ellos.


Así como nos contactamos con lo oscuro, también lo hacemos con lo exótico, lo diferente, lo diverso. Comprendemos que es parte de un todo, y que todxs somos exóticxs a nuestra medida.


Entonces, por fin comprendemos que para integrar la diversidad a la masa debemos fusionarnos con los nichos en su diversidad, sin tratar de cambiarlos y obligarlos a pertenecer.

Nos acercamos a creencias y prácticas que vinculamos a rituales ocultistas y esotéricos. Nos acercamos para dejar de sentirlas ajenas a nuestra identidad comunitaria e individual.


Esto deriva en el retorno de lo oscuro no sólo desde el color sino también en el estilo. Re-valoramos la vestimenta victoriana y esotérica, la teatralidad, el disfraz, los encajes, la estructura, el corset, las enaguas y, por sobre todo, los colores grises, negro y rojo. Este último representará el sacrificio, la sangre y la búsqueda de una identidad comunitaria individualista.

Luego de décadas de lucha, dejamos de poner límites entre la identidad individual y la de pertenencia. Nos fusionamos abrazando la historia, los grupos, la diversidad, y la integramos en nuestro propio individualismo.


Por más oscura que sea la tendencia, la oscuridad siempre estuvo acompañada de una connotación negativa, cuando adentrarse en ella es simplemente algo necesario para sobrepasarla e integrarla. Por más ‘pesimista’ que parezca esta oscuridad encontrada mediante la experimentación, es un encuentro con el futuro más utópico que podemos imaginar, y sólo pocxs podrán vivenciarlo.

Como contrapartida dentro de esta oscuridad, retomamos idealismos y tragedias que nos marcaron como sociedad durante siglos. Le volvemos a dar valor a cierto romanticismo idílico en donde el amor es sinónimo de sufrimiento, y el sufrimiento es placer.

Esta asociación que marcó a todxs nuestrxs antecesores, vuelve a hacerse presente al sumergirnos en un universo de historias romantizadas con el fin de nutrirnos de esperanza. Si nos adentramos en estas historias sin intención de discernir, el sacrificio se puede volver a convertir en una parte elemental para el camino de la salvación.


Sentimos tanta culpa por todo lo vivido que la única vía de liberación es el sacrificio.